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Consecuencias denuncia por agresión física

Penas por peleas en Alemania

Aunque la agresión no produzca lesiones físicas, puede considerarse una agresión. Los incidentes pueden ocurrir en cualquier lugar – en casa, en la escuela, en la calle – y a menudo la víctima conoce a la persona que la ataca. Independientemente de que sufra o no lesiones físicas, ser agredido puede tener un gran efecto emocional.

Ser víctima de una agresión puede ser extremadamente aterrador. Además de ser herido o lesionado físicamente, puede quedar muy afectado emocionalmente. A muchas personas les resulta difícil lidiar con la sensación de impotencia cuando se ven amenazadas. Puede ser:

Todas estas reacciones, y otras más, son respuestas completamente normales a ser víctima de la violencia. Lo importante es recordar que no es tu culpa. No has hecho nada malo: es la persona que te ha agredido la que tiene la culpa, ya que nadie tiene derecho a hacerte daño o amenazarte.

Ser víctima de una agresión puede hacer que te sientas preocupado, asustado, triste o enfadado, sobre todo si sientes que estás intentando afrontar lo que ha pasado por ti mismo. A muchos jóvenes les ayuda poder hablar con alguien, y algunas cosas que puedes hacer son

La violencia contra los niños adopta muchas formas. Puede ser física, emocional o sexual. Ocurre en todos los países y en cualquier entorno: en el hogar del niño, en la comunidad, en la escuela y en Internet. En algunas partes del mundo, la disciplina violenta es socialmente aceptada y común. Y para muchos niños y niñas, la violencia viene de la mano de las personas en las que confían: sus padres o cuidadores, profesores, compañeros y vecinos.

Pero los tipos de violencia más devastadores suelen estar ocultos a la vista del público. Los perpetradores hacen todo lo posible por ocultar sus actos, dejando a los niños -especialmente a los que carecen de la capacidad de denunciar o incluso de comprender su experiencia- vulnerables a una mayor exposición.

La violencia afecta a todos los niños. Pero los niños que viven con discapacidades o con el VIH y el SIDA, los que sufren pobreza extrema, las niñas y los niños que reciben atención institucional y los niños separados de sus familias o que se desplazan -como migrantes, refugiados o solicitantes de asilo- corren el mayor riesgo. La orientación sexual, la identidad de género y la pertenencia a un grupo social o étnico marginado también aumentan las posibilidades de que un niño sufra violencia.

Prólogo | La prevención de las agresiones ha sido una preocupación importante y de larga duración para los organismos gubernamentales y policiales. Sin embargo, mientras que la naturaleza y los impactos de ciertos tipos de violencia física, como la agresión doméstica o sexual, han sido ampliamente estudiados, no es el caso de las formas más tradicionales de agresión física. Comprender las necesidades de las víctimas de agresiones físicas, especialmente en el contexto australiano, es importante para garantizar que los servicios puedan atender adecuadamente las necesidades de estas víctimas.

Este trabajo representa la primera investigación que se publica utilizando la Base de Datos de Experiencias de Victimización del Instituto Australiano de Criminología; una base de datos cualitativa que puede utilizarse para explorar mejor la naturaleza y el impacto de la victimización violenta. En este artículo se describen las conclusiones de un análisis de casos de agresión física no doméstica y no sexual. Mientras que las víctimas experimentaron una variedad de dificultades psicológicas y físicas como consecuencia de la agresión, este estudio demuestra cómo los impactos a menudo se extendieron a aspectos más amplios de la vida de las víctimas/sobrevivientes.