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Delito contra el orden publico

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El delito de rebelión o insurrección se comete al levantarse públicamente y tomar las armas contra el Gobierno con el fin de sustraer de la lealtad a dicho Gobierno o a sus leyes, el territorio de la República de Filipinas o cualquier parte del mismo, de cualquier cuerpo de fuerzas armadas terrestres, navales o de cualquier otro tipo, o de privar al Jefe del Ejecutivo o al Legislativo, total o parcialmente, de cualquiera de sus poderes o prerrogativas. (Art. 134, enmendado por la LR 6968, de 24 de octubre de 1990)

1. Líder(es) es toda persona que promueve, mantiene o encabeza una rebelión. Si el líder es desconocido, se considerará líder de la rebelión a cualquier persona que dirija a los demás, hable en su nombre, firme recibos y otros documentos emitidos en su nombre o realice actos similares en nombre de los rebeldes.

No existe un delito complejo de rebelión con el asesinato, el incendio, el robo y/u otros delitos graves, cometidos como medio o para fomentar la rebelión. Estos delitos comunes quedan absorbidos en el delito de rebelión, y no pueden ser considerados como dando lugar a delitos separados. (El pueblo contra Gerónimo, 53 OG 68). Si el asesinato, el robo, etc. se realizara con fines privados o de lucro, sin ninguna motivación política, el delito se castigaría por separado y no quedaría englobado en la rebelión. Cualquier delito, como la violación, que no se haya realizado para promover la rebelión no se absorbe. (El pueblo contra Fernando, 33 SCRA 149) (Q15, 1990 Bar)

Un delito contra el orden público, también conocido como delito contra la seguridad pública, es una violación que interfiere con el funcionamiento normal de la sociedad. Estos delitos van en contra de áreas de valores, normas o costumbres, que son compartidas por el público en su conjunto.

Una acusación de delito de orden público se centra principalmente en la conducta ofensiva. Los ejemplos de delitos de orden público son generalmente similares en todos los estados, pero puede haber jurisdicciones locales con normas diferentes o adicionales.

Los delitos contra el orden público se utilizan para lograr dos objetivos generales. En primer lugar, suelen tratar de impedir que los individuos lleven a cabo una conducta que se considera peligrosa para la comunidad local. Un ejemplo de ello puede ser una ley contra los fuegos artificiales.

La conducta desordenada es un delito contra el orden público que se imputa comúnmente, y puede abarcar una variedad de acciones por parte del acusado, incluyendo orinar en público y espiar en la ventana de un individuo.

Las acciones que se clasifican como conducta desordenada varían según el estado. Por ejemplo, algunos estados requieren una prueba de intención, mientras que en otros estados, el comportamiento imprudente puede conducir a un cargo de conducta desordenada.

Los delitos contra el orden público y la seguridad se clasifican generalmente como delitos de “orden social”. Los delitos de orden público son aquellos que perturban o invaden la paz y la tranquilidad de la sociedad, como el quebrantamiento de la paz, la conducta desordenada, las peleas, el vagabundeo, la holgazanería, el porte de armas, la intoxicación pública, los disturbios, la reunión ilegal, etc. Estos delitos se basan en el supuesto de que el orden público es intrínsecamente valioso y debe mantenerse, y que el desorden no se tolerará y debe reducirse mediante la aplicación del derecho penal.