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Qué se considera violencia de género

Cómo reconocer la violencia de género

La violencia de género tiene muchas manifestaciones diferentes, desde su forma más extendida, la violencia de pareja, hasta los actos de violencia realizados en los espacios en línea. Estas diferentes formas no son mutuamente excluyentes y pueden darse múltiples incidencias de violencia a la vez y reforzarse mutuamente. Las desigualdades que experimenta una persona relacionadas con su raza, (des)capacidad, edad, clase social, religión o sexualidad también pueden impulsar actos de violencia. Esto significa que, si bien las mujeres se enfrentan a la violencia y la discriminación por motivos de género, algunas experimentan formas de violencia múltiples e interconectadas.

El Convenio de Estambul (Consejo de Europa, Convenio sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica), define la violencia contra las mujeres en cuatro formas fundamentales: física, sexual, psicológica y económica.

El EIGE ha elaborado y utiliza definiciones uniformes de estas formas de violencia, que favorecen la comprensión global de lo que entra en el ámbito de la violencia de género. Para obtener datos estadísticos actuales sobre estas formas de violencia de género, consulte la base de datos de estadísticas de género de EIGE.

La violencia de género es un fenómeno profundamente arraigado en la desigualdad de género, y sigue siendo una de las violaciones de los derechos humanos más notables en todas las sociedades. La violencia de género es la violencia dirigida contra una persona por razón de su sexo. Tanto las mujeres como los hombres sufren violencia de género, pero la mayoría de las víctimas son mujeres y niñas.

La violencia de género y la violencia contra las mujeres son términos que a menudo se utilizan indistintamente, ya que se ha reconocido ampliamente que la mayor parte de la violencia de género es infligida a mujeres y niñas, por hombres. Sin embargo, utilizar el aspecto “basado en el género” es importante, ya que pone de relieve el hecho de que muchas formas de violencia contra las mujeres tienen su origen en las desigualdades de poder entre mujeres y hombres. Los términos se utilizan indistintamente en todo el trabajo de EIGE, lo que refleja el número desproporcionado de estos delitos particulares contra las mujeres.

El Convenio de Estambul (Consejo de Europa, Convenio sobre la prevención y la lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica), como referente de la legislación internacional en materia de lucha contra la violencia de género, enmarca la violencia de género y la violencia contra las mujeres como un acto de género que constituye “una violación de los derechos humanos y una forma de discriminación contra las mujeres”. El Convenio de Estambul subraya que los actos de violencia de género tienen como resultado “daños o sufrimientos físicos, sexuales, psicológicos o económicos para la mujer, incluidas las amenazas de tales actos, la privación coercitiva o arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada”.

La vulnerabilidad de los niños a la violencia se debe a que dependen de sus padres o cuidadores para su desarrollo, salud y bienestar. A veces se considera a los niños como propiedad de sus padres o cuidadores, en lugar de titulares de derechos, lo que les hace vulnerables a los abusos, la negligencia, la explotación y la violencia. La dinámica de género añade otra capa de vulnerabilidad.

La violencia de género afecta de forma desproporcionada a las niñas y a las mujeres, sobre todo a través de ciertas formas de violencia como el matrimonio infantil, la violencia de pareja, la mutilación genital femenina, los asesinatos “de honor” o la trata de personas. Por esta razón, Plan International se centra en acabar con la violencia contra las niñas y las jóvenes, para satisfacer sus mayores necesidades y defender sus derechos.

Las niñas y las jóvenes suelen sufrir violencia en casa, desde castigos físicos hasta violencia sexual, emocional o psicológica. La aceptación de la violencia como un “asunto privado” a menudo impide que otros intervengan y prohíbe que las niñas y las jóvenes denuncien.